Si das a los pobres, tus necesidades serán satisfechas.
(Prov. 28:27)
Para salir de su egoísmo ahora, deben entender y practicar a fondo lo que la generosidad significa. Debemos recordar este principio poderoso y necesario para lograr manifestar lo que realmente somos: Amor.
Casi siempre relacionamos la generosidad con la posibilidad de dar limosnas, bien sea dinero, regalar lo que ya no nos sirve o realizar una labor altruista en nuestro tiempo libre o al final de año. Sin embargo, como parte del carácter, la generosidad va mucho más allá, pues es una actitud que implica llevar a los que están en nuestro radio de influencia a un nivel mayor del que se encuentran. Se trata de darse a sí mismo. Por lo general, debemos darle a aquellas personas que por no contar con oportunidades, sociales o culturales, ven refrenado su potencial. La generosidad es considerar a otros como queremos que los otros nos consideren a nosotros. En nuestras sociedades contemporáneas, el afán por lograr resultados por encima de todo, nos desvía y nos vuelve indiferentes ante las necesidades de otros, en especial, de los pobres y de los vulnerables; haciéndonos perder el sentido más elemental de la generosidad. El darse como persona implica la más alta forma de generosidad, que se pueda imaginar, la cual riñe con la prosperidad de los avaros y perezosos. La mezquindad nos impide manifestar el amor que somos. Al ayudar a alguien más a desarrollarse, estamos desarrollándonos nosotros mismo.
La generosidad empieza en la manera de ver a los demás y de apreciar sus potenciales. El romano Cicerón ya lo decía: “No hemos nacido solamente para nosotros”. La generosidad beneficia realmente a los pobres y vulnerables cuando los ayuda a lograr su propio desarrollo. La pobreza generalizada en una sociedad es el síntoma de que la generosidad no se ha desarrollado entre sus integrantes. La generosidad no solamente dará a la gente pescado para un día, también les enseñara a pescar, dándole a la gente visión y esperanza, para que se ayuden a sí mismo y puedan superar sus circunstancia. El peligro mayor es convertir la pobreza en una condición permanente. Si las personas lograran la visión, la verdadera, no la de los ojos físicos; sino la de su ser (espíritu) podrían recordar y así reconocer lo que realmente son y sabrían que la escases y la carencia son una falsa percepción, producto de este sistema o mundo.
Pasos a seguir:
1. Vea el potencial de los demás. Reconozca en los otros lo que ellos pueden llegar a ser, enfóquese en lo mejor de los demás.
2. Aprenda a ser sensible a las necesidades de otros. Desarrolle un sentido de entender que los demás también tienen necesidades y carencias que usted puede aliviar.
3. Comparta sus conocimientos y experiencias. Empiece por el círculo de sus familiares, amigos, compañeros y conocidos. Trate de brindarse a los demás.
4. Sea voluntario y trabaje con otros y para otros. En nuestras sociedades hay infinidad de situaciones por resolver, pero también de instituciones que están haciendo algo.
Pensamiento para Reflexionar
“Pobre es aquel que no tiene visión”







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