El Redil, mencionado en Juan capitulo 10, es el organismo que conocemos popularmente como La Iglesia, donde llegan todo tipo de personas víctimas de las consecuencias que Satán ocasionó por medio de su rebelión (El mundo actual). Esta organización debe estar liderada por un Pastor constituido por Jesús y debe tener Maestros, también constituidos por Jesús, con la misión de discipular a los creyentes para que Jesús escoja a los que han de ingresar al Cuerpo de Cristo. En otras palabras, con base en la orden que recibieron los enviados o misioneros, la de “hacer discípulos”, todo creyente debe capacitarse para formar parte del Cuerpo de Cristo teniendo en cuenta que no todo el que dice a Jesús: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad del Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21)
Los dones espirituales dados a quienes Jesús escoge para que formen parte de su organización o Cuerpo de Cristo, no los recibe el mero creyente, quien suele ser un miembro más del montón que engrosa el registro de asistentes y mucho menos si está enmarcado en los postulados de las denominaciones a las que asiste. Generalmente suele ser una “oveja” más destinada para ser entretenida con los espectáculos eclesiásticos tan comunes hoy en día en las iglesias. Esa oveja o siervo, pero no de Jesús, tristemente va a recibir un alimento espiritual diseñado para que se anime a diezmar, a ofrendar y a quedarse como un simple creyente, un espectador dominguero que espera solo dadivas del cielo y no está interesado en ser un siervo útil, como se espera, para la causa de Jesús según el Plan del Altísimo. Ninguna de esas evidencias que ha de experimentar el discípulo de Jesús, cuando forma parte de ese “Cuerpo de Cristo” se consiguen asistiendo semana tras semana o año tras año a ese tipo de iglesias, donde se preparan siervos útiles pero a los intereses de los Pastores que los lideran. Al discípulo de Jesús si le corresponde, ofrendar, dar, sembrar, diezmar, influenciar, pero en conformidad con la verdad y con la libertad que Jesús le aporta, para hacer “las obras que Dios preparó de antemano para llevarlas a cabo” (Efesios 2:10).




No hay comentarios:
Publicar un comentario