HUMILDAD


Quien se niega a reconocer sus errores jamás podrá triunfar; pero si los acepta y los corrige, tendrá una nueva oportunidad. (Prov. 28:13)

Dado que vivir esta experiencia temporal es aprender basados en el ensayo y en el error, cometemos muchísimas equivocaciones. Sin embargo, lo malo no está en las equivocaciones, el asunto es vivir equivocado; principalmente porque no sabemos reconocer nuestro primer, único y por lo tanto el mayor desacierto: creer que podemos estar separados del nuestro Creador, de esta creencia surge todas las demás ilusiones que asumimos como la vida real. Ser humilde significa asumir la responsabilidad por las decisiones incorrectas que emprendemos. Si no somos humildes, no tendremos oportunidad de avanzar espiritualmente (camino al espíritu puro, Dios, nuestra verdadera esencia).

Cuando nos equivocamos (tenemos una falsa o errada percepción de realidad), la única forma de enmendar nuestros errores es admitiéndolo, aceptando nuestra responsabilidad y renunciando a seguir creyendo en esa falsa realidad o percepción equivocada. Quien admite su error asume una actitud humilde. La oportunidad para corregirnos y cambiar sólo es posible cuando reconocemos nuestros errores. De hecho el error más serio que podemos cometer es saber que estamos equivocados y no hacer nada para cambiar. Al aceptar la verdad, al descubrir el error, lo sacamos al exterior y lo hacemos visible, somos conscientes. Únicamente mediante la humildad obtendremos otra oportunidad, esta es poderosa porque nos limpia y nos permite mostrarnos como somos, sin necesidad de aparentar o de esconder las fallas. La humildad nos da una gran valía como persona. Quien no es humilde suele defenderse con razones falsas auto-justificándose en todo lo que hace.

En realidad, el no ser humilde es exceso de ego. Muchas veces por no saber ser humildes aceptamos halagos falsos de este mundo ilusorios, de los amigos, de la familia o de quienes apenas nos conocen. Es posible que también nosotros demos falsas opiniones de los otros para no lastimar o seguirle el juego al ego. En estas situaciones, ¿Dónde está la honestidad? Con esta clase de comportamientos, nunca aprenderemos a ser humildes y es posible que estemos negando ser quien realmente somos.

Al no ser humildes perderemos oportunidad de corregir el error e identificarnos con la verdad, el amor, la paz, la felicidad, la abundancia (Dios); es decir que perdemos de vista la realidad, de quienes somos y tendemos a cometer los mismos errores una y otra vez, alejándonos cada vez mas de nuestro verdadero ser. Y en la medida en que mentimos para justificarlos terminamos por creer nuestras propias mentiras, aumentando los conflictos y nuestra aparente separación de nuestro Creador, casi sin proponérnoslo.

Sea humilde y será quien realmente es. Esto, que parece una contradicción, es la medida de la vida interior sana. La humildad requiere mucho valor. El ser humilde es reconocer que no lo sabemos todo, que aún estamos aprendiendo, que estamos en un proceso de recordar que somos realmente y que necesitamos que la vida (realidad, luz, Cristo, el ser) fluya en nosotros sin ningún obstáculo (miedo, sufrimiento, resentimientos, ira, carencia, dudas, etc.). Si seguimos creyendo que lo sabemos todo, entonces no fluirá en nosotros y estaremos sepultados bajo nuestro orgullo (ilusión, falso sistema de creencias, tiniebla, ego).

Pasos a seguir:

1. Admita que ha estado equivocado y pida ayuda, guía, de su maestro interior. Cuando voluntariamente aceptamos nuestros errores, seremos ayudados por el Espíritu Santo (la voz de Dios).
2. Evite la exaltación del ego (sistema de creencia ilusorio). El camino a la a la paz interior (felicidad) comienza cuando descubrimos la artimañas del ego, y empezamos a exaltar a Dios (La verdad, el amor, la Plenitud).
3. Nunca esconda sus equivocaciones, ni las disculpe con mentiras. Reconózcalas y suéltelas, preséntelas a la luz, la verdad y ella disolverá toda oscuridad (esto es expiar, perdonar).

Pensamiento para reflexionar
“Nunca vamos por la vida haciendo todas las cosas bien, pero la humildad hará que retornemos a nuestro verdadero hogar (Dios)”

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