La respuesta suave aparta el enojo, pero las palabras ásperas provocan la ira
Prov. 15:18
Un conflicto no manejado se
puede convertir en una discusión, y por lo general manejamos las discusiones, argumentando con
rudeza, voz alta y mucha fuerza en las expresiones o tratando de vencer y
dominar; de ninguna de las dos maneras lograremos superar los desacuerdos.
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La razón por la cual actuamos
así en las discusiones, es porque estamos acostumbrados a actuar de forma
defensiva u ofensiva y para completar la equivocación, con frecuencia abrimos
la boca y expresamos libremente nuestras opiniones porque nos gusta ser
reconocidos y que nos elogien.
Aunque parcialmente tengamos la razón, es muy
posible que no contemos con toda la información acerca del asunto en discusión, pero una vez que hemos expresado nuestras
opiniones, estamos comprometidos con la defensa de nuestra posición y cada vez
nos va a costar más admitir que podemos estar equivocados.
Es por eso que debemos
manejar las discusiones o contiendas manteniéndonos
con un ánimo constructivo y de crecimiento, aprendiendo a responder, ya que es
de gran poder y requiere un proceso de aprendizaje; por ejemplo: Con una
sonrisa y una respuesta delicada controlaremos sabiamente la contienda. De
hecho, “Una sonrisa es poder”. Si alguien se encuentra discutiendo con nosotros
y sabemos que tenemos razón, si sonreímos (no burlesca ni irónicamente) y
aportamos una respuesta delicada, la conversación se tornará difícil para la
otra persona y le enviaremos un mensaje pacifico que le dirá que tenemos la
información o que estamos seguros de lo que se habla.
Nunca debemos despedirnos o
terminar una discusión sin haber establecido un cierre pacífico, siempre deberíamos
estar en condiciones de estrechar la mano de la persona con quien discutimos y
decir: “Es posible que no estemos de acuerdo en todo, pero seguramente habrá
lugar para ello”. Conservamos las buenas relaciones, porque así ganamos
influencia.
No se trata de ganar el
argumento a todo costo: cuando una discusión produce más calor que luz, es
porque se convirtió en una pelea. Una actitud agresiva nos puede llevar a
pensar que ganamos la discusión, pero en realidad sólo ganamos cuando logramos
conservar buenas relaciones y la comunicación con la otra persona.
También es importante que no mostremos
actitudes jactanciosas. Usemos palabras que suavicen la comunicación con la
gente. “Voy a darle mi punto de vista” o “Es posible que no tenga razón, pero
me gustaría exponer mi opinión...” de esta manera no imponemos a la gente
nuestras opiniones. Es posible que los otros se sorprendan de esa actitud. Al
actuar con humildad utilicemos expresiones tales como: “Es posible que usted
tenga razón” o “Ese es un punto de vista interesante”. Todos los buenos
comunicadores deben saber ser humildes. Por eso no está mal decir “No sé” o “No estoy seguro”
cuando así sea. Debemos tener en claro que nadie lo sabe todo y admitirlo ante
los demás es quizás uno de los aspectos que más favorece la comunicación.
Muchas personas no valoran la
discusión porque asumen que es una pérdida de tiempo y de esfuerzos. Sin
embargo, las discusiones existen en la realidad y debemos saberlas manejar para encontrar lo valioso de ellas.
Pasos a seguir
1.
Tenga
buenas relaciones para tener buena comunicación y viceversa. Las buenas
relaciones le dan la posibilidad de
comunicar sus opiniones sin rencillas. Es más importante mantener la buena
relación con las personas, que perder amistades e influencias.
2. Póngase
rápidamente de acuerdo con su interlocutor. Cuando tenga malentendidos, y
todos los tenemos, es importante que mantengamos la comunicación. Lo anterior
significa estar de acuerdo en que se
expresen otras opiniones, aunque esté en desacuerdo, con la opinión de la otra
persona. Así la comunicación será grata para las partes, pues se pueden
expresar libremente.
3. Sea
sensible y detecte cualquier malestar en la comunicación. Evite ponerse a
la ofensiva, porque la otra persona se sitúa a la defensiva; y esto levanta
paredes que cortan la comunicación. No anule ni desprecie la opinión de los
demás, más bien estúdiela.
4. De cómo se dice, “lo siento”, si
hablamos en voz baja y respondemos lentamente, mientras la otra persona se
acalora y subida de tono empieza a enojarse, esta persona se derrota a sí
misma. Manejar bien las confrontaciones es una habilidad muy poderosa que
muestra madurez y que permite
mantener buenas relaciones con otros.
“La mejor manera
de ganar es olvidarse que existe un marcador.”






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