¿QUIERES SER PARTE DEL CUERPO DE CRISTO?

1.- No seas un “cristiano” de esos que abundan  por ahí.
Teniendo en cuenta que ser cristiano no es un título que automáticamente se recibe al aceptar a la persona de Jesús como el Señor y Salvador. Ser un verdadero seguidor de Cristo (Autentico cristiano)  es el resultado de un proceso. Ese proceso suele ser complejo y exigirá perseverar. Ser bautizado no garantiza que alguien sea  un seguidor de Jesús.Muchos han sido bautizados, en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo y tristemente hay que decirlo; sus vidas no dan testimonio de esa transformación que ha de acontecerle a todo verdadero cristiano, la cual empieza por cambios estructurales en el espíritu y en el alma del discípulo de Jesús, que demuestren que la persona evidentemente sigue a Jesús y es parte del Cuerpo de Cristo.

Ninguno de los discípulos de Jesús lo fue antes de seguir a Jesús. Después de tres años y medio once de ellos fueron ungidos para formar parte del Cuerpo de Cristo con destino definido: ser, junto con Matías (el que reemplazo a Judas Iscariote) (Hechos 1:21-26)los futuros monarcas de las doce tribus del venidero reino de Israel  “Y Jesús le respondió: Cuando yo, el Hijo del Hombre, me siente en mi trono de gloria, ustedes mis discípulos, se sentaran en doce tronos a reinar a las doce tribus de Israel.” (Mateo 19:28) Pablo tampoco fue cristiano, por el contrario fue un detractor de Cristo y sus seguidores, antes de experimentar ese especial llamado. En tres días fue capacitado en lo esencial y con el correr de sus días se le aumentó la información.

Muchos dicen ser “cristianos”, sin embargo por sus frutos demuestran no serlo. Los dones espirituales solo son dados a los miembros del Cuerpo de Cristo. Infortunadamente no todos los miembros del redil son miembros  del Cuerpo de Cristo, algunos rediles (Iglesias) tienen miembros que no están totalmente entregados a Cristo. El seguidor de Jesús debe saber que para entrar en el Cuerpo de Cristo es necesario recibir al menos uno de los dones que tienen que ver con las cosas del Altísimo, agradables a él, por medio de Jesucristo (Dones espirituales). Una vez experimente esos dones, entonces, no será necesario que crea, sino que actué.

2.- No busques los dones espirituales, anhélalos. 
En muchas religiones y creencias ajenas a lo que llamamos equivocadamente la “religión cristiana”, sus miembros también buscan tener “dones” que también llaman “espirituales”. Satanás también aporta “dones” a quienes le siguen. Si la Biblia no da pautas para encontrar nuestros “dones espirituales”, es porque no se trata de ello, de buscarlos, sino de anhelarlos. Luego es Jesús quien los aporta de parte del Padre. Es conveniente que el discípulo se familiarice con los diferentes dones que el Altísimo da al Cuerpo de Cristo de modo que cuando lo(s) experimente, lo(s) reconozca. La fuente básica de información acerca de los dones espirituales es la Biblia. Escudriñar al respecto es lo apropiado y evaluarlo desde diferentes versiones bíblicas, preferiblemente las que han sido traducidas correctamente de sus originales, es muy conveniente. Identificar la posición que maneja el Redil al  cual se ha vinculado el creyente, en cuanto a los dones espirituales, es uno de los puntos que se deben considerar.

Por diferentes circunstancias una persona voluntariamente se une a un redil (Iglesia), algunos sin haber conocido otra congregación, consideran que las demás están equivocadas. Otros por distintos motivos, buscan en diversos Rediles algo diferente. Lo justo es que al respecto el creyente lo escudriñe todo sin que los líderes se lo impongan o se lo limiten. Una congragación equilibrada es aquella que estimula a sus congregados a examinarlo todo para retener lo bueno (1 Tesalonicenses 5:21). Ello implica enterarse de la situación local y global, asimismo del desarrollo espiritual, moral, social y tecnológico de la humanidad. El discípulo de Jesús debe relacionarse con siervos del Señor y edificarse de sus experiencias. Las conversaciones y las expresiones relacionadas con los dones “espirituales” deben hacerse con base en la prudencia y no en la “humilde” petulancia inspirada en el protagonismo.



3.- Disponte a conocer plenamente la información que confiesas creer.
Ello incluye lo escrito por Pablo a los creyentes de Éfeso: “Que seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura (la cuatridimencionalidad de la sabiduría de Dios) y de conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:18-19).


Si conoce a plenitud lo que asume creer, entonces no temerá de otras influencias y su actuar le identificará. Un hijo de Dios, seguidor de Jesús, es entonces la persona que ha recibido alimento de leche y alimento sólido, nutrientes que le permitieron ingresar al Cuerpo de Cristo para allí recibir los dones  espirituales que son aportados por el Padre según Jesucristo lo estipule. Es, pues un requisito indispensable que el creyente este formado (hecho) tanto por el Espíritu Santo, como por el Cuerpo de Cristo. “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre (corrupta), ni de voluntad de carne (mortal), ni de voluntad de varón, (terrenal), sino de Dios.” (Juan 1: 12-14)

ATENTOS Y VIGILANTES

Todos los hijos de Dios, los que seguimos a Jesús debemos  estar atentos y vigilantes con respecto a que en el correr de los tiempos hasta su retorno, a su tierra Israel,  surgirían muchos falsos ungidos y profetas

Porque se levantarán falsos Ungidos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañaran, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24).

Esa advertencia nos dice claramente que no debemos subestimar a Satán ni a sus seguidores, como tampoco los medios que usan para lograr que sus artimañas sean acometidas.  Satán y sus acólitos más cercanos conocen plenamente las leyes universales y las manipulan para hacer maldad. Desestimar esa realidad es desconocer la verdad. Es un hecho que Satán y sus lugartenientes no tiene límites en ese aspecto (manipular las leyes universales) ellos en lo que sí están limitados es en que no pueden salir del universo que contaminaron, en donde se encuentra la tierra (lo árido) y nos encontramos nosotros, los adámicos afectados por esa rebelión; pero en cuanto a acceder a la ciencia no tienen limitaciones. Si los científicos mortales día a día logran adentrarse en los secretos que guarda la ciencia, con más razón es de esperarse que Satán y los suyos conozcan plenamente las leyes universales.

Infortunadamente, son los cristianos los que desconocemos lo que debíamos conocer, y por ello no somos hábiles para enfrentarnos contra “los principados, contra las potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo y contra esas huestes espirituales de maldad ubicadas en las regiones celestes o del universo” (Efesios 6:12) Aun cuando está advertido que Dios no nos ha dado “espíritu de cobardía” sino de “poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7), Jesús advirtió, que  “los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz” (Lucas 16:8). Los seguidores de Jesús han de vivir con ese poder, ese amor y ese dominio propio, y actuar en conformidad con esos atributos, es decir, que con esos apoyos deben ser más perspicaces, lucidos, intuitivos, avispados, en el trato con su prójimo, desde luego afinando con la advertencia que Jesús hizo: “He aquí, yo os envió como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mateo 10:16). La sagacidad, la perspicacia y la lucidez no riñen con la prudencia.

Muchos líderes que se presentan en el ambiente “cristiano” no son realmente seguideros de Jesús, aunque así se identifiquen y lo proclamen, e infortunadamente las multitudes les siguen ciegamente. Algunos realizan ciertamente interesantes, portentos, que alucinan incluso, “hacen esas grandes señales y prodigios” que advirtió Jesús, al extremo que evidentemente logran “engañar” aun a muchos “escogidos”.
No debe intimidarnos saber que Satanás, por medio de su sistema de gobierno, está presente y activo en el mundo donde fuimos engendrados, y por el contrario, nos es un deber contrarrestar su organización conociéndola previamente, y ello incluye saber cómo actúa su maquinaria de maldad y sus intereses.
Precisamente recibimos dones espirituales de Dios, mediando el Espíritu Santo, para enfrentarnos a los estamentos de Satán (Efesios 6:12), mas no debemos ir contra la persona de Satán, porque eso le corresponde al Altísimo (Apocalipsis 20:9-10).

Algunos líderes “religiosos” entran en pánico cuando les llegan  postulados, que no están de acuerdo a su  pobres y algunas veces equivocadas traducciones e interpretaciones de la Biblia (La palabra de Dios ), lo común  es que sin hacer el respectivo análisis irse en contra  de los supuestos falsos maestros o profetas y atemorizando a sus ovejas, lo cual es un inconveniente que no se ajusta al plan de Dios. Pues se supone que  no tengan miedo o prevención aquellos quienes han recibido el llamado de Jesús para ser enviados, quienes han sido llevados  primero al discipulado con el fin de que el “Espíritu Santo” los instruyera debidamente, capacitándolos integralmente con el objetivo de que conocieran toda la verdad, y con esa información actuaran como corresponde, sin cobardía, escuchando a esos profetas y a esos maestros, y solamente así poder determinar si son  o no falsos. 
Los hay que para evitar que sus ovejas avancen utilizan medios persuasivos, en ocasiones coaccionándolos, impidiéndoles “avanzar a la perfección”, Jesús les podría decir hoy lo que les dijo  a los fariseos en aquella época. “Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.” Cuando en realidad lo que debemos hacer nos lo aclara la escritura: “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, 2  de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.” (Hebreos 6:1-2)

El actuar como los avestruces cuando se sienten en peligro, no es de  un hijo de Dios. Señalar, juzgar, a alguien no es correcto. Es de valientes y de sabios escuchar los que otros predicen, profetizan, advierten o enseñan. Quien conoce a fondo su creencia no temerá (porque ha desarrollado su fe sobre la Roca), pero sí, tendrá la oportunidad de objetar con conocimiento de causa. Es fruto de la fe “examinarlo todo” para “retener lo bueno” (1Tesalonisenses 5:21), pero es imposible desechar lo malo si antes no conocemos los bueno, desde la perspectiva del Padre y de Jesucristo su Hijo.

EL LLAMADO




Este término es utilizado muy fútilmente, en la iglesia de hoy. Si reflexionamos un poco entenderíamos la importancia de lo que realmente significa ser llamado, convocado; como también, ¿por quién y para qué somos llamados?

En primer lugar somos llamados por Jesús, el Salvador, por eso está asociado con lo espiritual (todo lo referente al Altísimo y aceptable al Padre por medio de Jesús). El mismo aclaro que “muchos son llamados, más pocos escogidos” (Mateo 20 y 22). Pablo nos lo explica en su carta a los romanos: “Además, sabemos que si amamos a Dios y nos adaptamos a sus planes, todo cuanto nos sucede  ha de ser para el bien nuestro, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”

Ese “llamado” en particular debe estar estrechamente ligado a los propósitos que tiene Jesús, por eso Él es quien ha de constituir misioneros (apóstoles), profetas(los que advierten), publicadores o pregoneros (evangelistas), maestros y pastores; otros han de recibir dones asociados con lo espiritual. Teniendo en cuenta que Dios da dones solamente a los que Jesús llama para usarlos. Dios no llama a una persona para que haga algo para lo cual no está equipada. Es preciso entonces, saber cuáles dones o herramientas de trabajo existen.



Los discípulos son llamados a ser de Jesucristo y no de propiedad de los líderes.

Son llamados para ser santos y no marionetas  que aparentan  santidad (Rom.1: 6-7; 1Co.1:2).

Los discípulos han de ejercer la vocación que Jesús les delegue y no por inspiración o por profecía particular (Efesios 4:1)

Los discípulos son llamados para formar parte del “Cuerpo de Cristo” y no para ser siervos útiles a los intereses de las “Iglesias”

Son llamados para hacer lo bueno y por ello padecer y saber soportarlo, “esto ciertamente es aprobado delante de Dios pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2: 20-22; 2 Tes. 1:5).

Son llamados para heredar bendición y no reconocimientos humanos  (1 Pedro 3: 8-9)

Son llamados para ser hechos hijos de Dios y no creyentes del montón (1 Juan 3:1) 

Son llamados para asistir a la cena de las bodas del Cordero (mensaje directo de Dios) y no para figurar en una Iglesia (Apocalipsis 19:9)

Son llamados para recibir la promesa de la herencia eterna participando en la creación y no para heredar posiciones importantes en la congregación (Hebreos 9:15)

Estas personas que Jesús llama, empiezan su transformación y renovación interior en  una primera congregación que el Padre delegó a su hijo Jesús, es decir el “Redil” (lo que conocemos como  Iglesia), de ahí se convierten en discípulos una vez concientizados de su  necesaria capacitación para su salvación y ayudar a la salvación del mayor número de personas. Una vez listos, son llamados por Jesús a pertenecer a su organización,  el Cuerpo de Cristo, siendo dotados con los dones (herramientas) por parte del Espirítu el “ Cuerpo de Cristo”,  siendo dotados con los dones (herramientas) para servir a la causa de Jesús. De ese cuerpo El mismo Jesús escoge a quienes  van  a conformar otro colectivo o equipo llamado  “Tzion”, o “Esposa de Cristo”, que será visible después del arrebatamiento (1 Tesalonicenses 4:16-18)  y por último la  congregación del Cuerpo de Sacerdotes, unos para Dios y otros para Jesús, la cual se constituirá cuando venga el Rey de reyes y Señor de señores a instaurar el reinado milenial, en esta tierra. (Apocalipsis 1:6; 20:6)


¿Podemos entender ahora la trascendencia de ese LLAMADO?