JUICIOS

Toda versión parece verdadera hasta que aparece quien presenta el otro punto de vista y pone las cosas en claro.  Prov. 18:17

Una de las características más apreciadas de un líder es su capacidad de hacer juicios correctos. Los juicios correctos no se obtienen ni  se mantienen automáticamente. Al contrario, se basan en el entendimiento diario de las situaciones y de las personas. Se requiere de un buen juicio, para que las situaciones por resolver no se conviertan en un desastre. Se puede juzgar solo cuando se han escuchado las versiones de las partes de un problema. Así sucede en los tribunales y aún en nuestras propias vidas, por eso dicen: “Diga la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad”. La verdad completa.

La capacidad de discernir a través de las cortinas de humo o barreras, como son los sentimientos y las diferentes opiniones es una de las manifestaciones más preciadas del carácter y exige mucho coraje. Llegamos a hacer buenos juicios si podemos encontrar la razón de las cosas. Esto nos facilita asumir retos, tomar riesgos y obtener beneficios. Hacer juicios correctos es un valor que se requiere cada hora y cada día. Debemos buscar la verdad en cada asunto y entonces juzgar con un corazón puro.

Somos considerados personas sabias cuando no nos dejamos presionar por las circunstancias cuando debemos hacer buenos juicios. Es por eso que no debemos tomar decisiones bajo presión, es prudente consultarlo todo antes de emitir un juicio y analizar detenidamente las situaciones; esto nos permite  contemplar varios enfoques un asunto. Lo que nos lleva a adquirir una amplia compresión de la vida misma y de la gente. El hacer juicio y tomar decisiones está vinculado con la capacidad de entender el temperamento de las personas y sus motivos al actuar y reaccionar. Para las personas de carácter este entendimiento de los demás es un propósito de toda la vida.

El manejar los juicios nos hacen pensar antes de decidir y podemos proyectar hacia el futuro, nos convierte en personas honestas consigo mismas que no tenemos intenciones escondidas y si es necesario pedir otras opiniones;  es importante ser transparentes en nuestros juicios para que las personas a nuestro alrededor puedan aceptar nuestras decisiones. Y entiendan que nos preocupamos más por lo que es correcto, que por quién tiene la razón.




Pasos a seguir

1. Juzgarnos a nosotros mismos. Antes de juzgar a los otros, debemos primero juzgarnos a nosotros mismos porque tendemos a juzgar a los demás de acuerdo con nuestra propia percepción. Normalmente vemos en los otros lo que  vemos en nosotros. Si somos codiciosos, odiosos o conflictivos, pensamos que los otros son iguales.
2. Ver dentro del corazón del problema o de la persona, sin dejar que interfiera sus intereses personales o sentimientos. Eso no siempre es fácil porque en cada situación están sus propios temperamentos involucrados. Cada uno trata de mostrar un punto de vista del problema. Naturalmente, cada uno quiere evitar ser acusado.
3. El buen juicio viene de filtrar la basura, escuchando las partes involucradas en el problema hasta que descubrimos la verdad. Cualquier historia suena bien, hasta que oímos la otra parte. Una vez aclarado todo, debemos juzgar y tomar una decisión.
4. En la mayoría de los casos no es aconsejable culpar solamente a una persona, sino al equipo, porque se necesita un grupo para ganar. Si culpa solo a una persona, divide al equipo. Un buen argumento que pude utilizar es “sé que Juan falló primeramente, pero si todos hubieran sido más cuidadosos el problema se habría podido evitar”. Recuerde, culpar solamente a unas persona destruye al equipo.
5. Perdone y fije las normas para el futuro. Culpar a la gente por errores pasados bloquea el desarrollo porque encadena a la gente en el pasado y los aleja del futuro.

Pensamiento para reflexionar
“El buen juicio es quizá el talento más equitativamente distribuido,
pero el menos empleado en el mundo.”

DIRECCIÓN


Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo

Todos llegamos a alguna parte, unos sin intención y otros mediante  una estrategia planeada. Llegar no es únicamente lo importante, es también mantenerse,  reconociendo el tipo de dirección que nos permitió llegar y permanecer atento a sus instrucciones. Si permitimos que lo principios dirijan nuestros pasos, avanzaremos en la dirección correcta.

Puesto que todos necesitamos ser dirigidos para salirnos del camino equivocado y poder encontrar la meta, debemos hacernos dos preguntas claves: ¿Bajo qué dirección avanzan nuestros pasos? Y ¿Estoy caminado por mi propia cuenta y riesgo? Lo cierto es que únicamente lo que se mueve necesitan dirección,  y esta es  encontrada primeramente por aquellos que quieren llegar a algún lado, eso sí evaluando las acciones e intentos. Siendo honestos con nosotros mismos, nuestro creador podrá influenciarnos a través de nuestra conciencia, o de otros, cuyas vidas estén fundamentadas en principios. Cuando nuestra conciencia nos condena es porque sabemos que estamos haciendo algo que no deberíamos estar haciendo y  un corazón  honesto siempre busca una verdad que lo satisfaga.
 
Cuando los principios universales muestran el camino, es decir nos dirigen, logramos pasos positivos. El no seguir a los principios  universales es  hacer el mal, esto mata nuestra confianza y produce culpabilidad. El sentimiento de culpa destruye nuestras vidas, porque perdemos la dirección y empezamos a dudar de nosotros mismos. Pero si sabemos hacia dónde vamos en la vida y lo que estamos haciendo, nos encaminamos hacia un objetivo y cuando lo alcanzamos, somos felices.

En la medida que las personas puedan observar que andamos firmemente alineados con los principios, empiezan a confiar en nosotros.  También disminuimos nuestro margen de error y el crecimiento personal no se detiene. El proceso de la vida es como subir por una escalera. Tiene peldaños, uno tras otro, en un orden establecido para ascender por ella. Si no utilizamos bien el principio de cada peldaño, no podemos encontrar el siguiente y poner el pie en él con seguridad; no se puede seguir en el ascenso hasta que controlemos el presente peldaño.

Siempre busquemos y respondamos a la verdad: Los principios universales. La confianza viene de lo que la verdad  nos está hablando  al corazón. Es por eso que la honestidad, o sea  ser honestos con nosotros mismos y con los demás, crea un ambiente propicio para la vida, libertad y prosperidad. Y aunque  en algunos momentos no  podamos entender todo lo que pasa, podremos confiar en la dirección infalible de los Principios.

Pasos a seguir
1.            Sea honesto consigo mismo al confrontar sus acciones con los principios. Así caminará en la verdad. Esta es toda la clave. No podrá crecer si es deshonesto con usted mismo porque no encontrará la dirección.
2.            Descubra, analice y acepte la verdad que le traen los principios. Así camina por la luz que su conciencia mantiene de manera clara y diáfana.

Pensamiento para reflexionar
“Usted no se vuelve grande al ser dirigido por un mal instructor”